El término
coaching encierra muchas
suposiciones y conceptos equivocados, debido principalmente a que se trata de una
actividad profesional muy poco regulada en la que cualquiera puede erigirse como
coach profesional en un momento dado. Esta falta de regulación ha conducido a una situación en la que
hay casi tantas interpretaciones y versiones del coaching como coaches en activo.
Hay sin embargo una
organización internacional sin ánimo de lucro, la
ICF (
International Coach Federation), que
intenta promover el arte, la ciencia y la práctica del coaching profesional y que aspira a convertirse en una voz firme y unificada para esta profesión. La ICF goza en la actualidad de
reconocimiento en todo el mundo principalmente por su
modelo de competencias clave de coaching, su
código profesional ético y deontológico y su
programa de acreditaciones reconocido internacionalmente.
Se tiende a confundir la figura del
coach con la del
mentor, en el sentido que
se espera que el coach transfiera ciertos conocimientos y habilidades a su cliente.
Sin embargo, según la ICF, “
coaching es la colaboración con clientes en un proceso creativo y generador de ideas que les ayuda a maximizar su potencial personal y profesional“.
Un
coach profesional está preparado para
escuchar, observar y personalizar su enfoque en función de las necesidades del cliente, intentando obtener del mismo las soluciones y estrategias necesarias, ya que parte de la
creencia firme de que el cliente es creativo y cuenta con recursos necesarios para alcanzar sus objetivos.
El trabajo del
coach profesional consiste de hecho en
prestar su apoyo para mejorar las capacidades, los recursos y la creatividad que ya tiene el cliente. Un
coach profesional
no dice a nadie cómo debe gestionar o encauzar su vida, ni tampoco qué debe hacer o dejar de hacer.
Dar consejos implica, por una parte, asumir que el
coach conoce la situación mejor que el propio cliente y, por otra, que el
coach tiene derecho a dirigir la vida del mismo. Ambas asunciones violan los
principios básicos del coaching, por el cual el cliente es el único dueño de sus actos.
Un coach profesional puede como mucho sugerir ideas si es conocedor de la materia, pero dejando siempre decidir al cliente.
Las respuestas no permiten que el cliente aprenda por sí mismo. Por eso, aunque dar respuestas puede ser la forma más rápida y sencilla de obtener resultados a corto plazo,
genera dependencia del
coach e
impide que el cliente sea capaz de alcanzar resultados por sí mismo a largo plazo.
El
objetivo último de un buen
coach profesional es que su cliente sea, al final del proceso de coaching,
capaz de seguir generando y logrando objetivos por sí mismo sin necesidad de un
coach.
Otra confusión bastante generalizada es confundir el coaching con alguna de las
técnicas auxiliares que puede emplear el
coach profesional durante el programa de coaching, como puede ser el caso de la
PNL. Estas herramientas son en cualquier caso
complementarias al proceso de coaching, siempre opcionales y nunca sustitutivas del mismo.
Esta aclaración es importante porque una persona puede ser experta en PNL sin saber nada de coaching, del mismo modo que un
coach puede ser un excelente profesional sin conocer ni aplicar técnicas de PNL.
Por otra parte, y en contra de lo que
determinadas prácticas llamadas coaching pueden dar a entender, el coaching profesional no es un movimiento espiritual, ni una filosofía ni religión. Tampoco tiene nada que ver con ritos más o menos esotéricos, experiencias paranormales o ritos de paso.
El coaching, cuyos orígenes se remontan a los socráticos, es una
técnica muy sencilla en lo conceptual y espectacular en los resultados cuando es ejercida por un
profesional debidamente formado. La dificultad para llegar a ser un buen
coach profesional no radica ni el dominio de la teoría ni en la mayor o menor experiencia en otros campos, sino en las
muchas horas de práctica necesarias para alcanzar el nivel requerido en las competencias clave.
A veces, nuestros “muros mentales” no nos dejan identificar claramente los
objetivos o ver con nitidez las
opciones existentes; otras, ocultan los
recursos que tenemos a nuestro alcance o las
acciones que nos conducen a donde queremos llegar.
El coaching es el arte de derribar “muros mentales” invisibles con el martillo de la palabra hecha pregunta.