El dolor es un maestro que nos puede enseñar muchas cosas.
El dolor nos instruye, nos dice que cambiemos, que dejemos de hacer una cosa y emprendamos otra,
que dejemos de pensar en cierta forma y empecemos a pensar en forma diferente.
Y cuando nos negamos a escuchar al dolor y a sus enseñanzas, lo único que nos queda es convertirnos en escapistas.
Efectivamente, lo que decimos es:
no voy a escuchar,
no voy a aprender,
no voy a cambiar.
Las personas abiertas y que van creciendo no toman a regañadientes la pedagogía del dolor y buscan el cambio.
Intentan respuestas y correcciones adecuadas.
Los otros no escuchan las enseñanzas del dolor.
Se contentan con establecerse y vivir con el 10 % de su potencial humano. Se contentan con morir,
sin haber realmente vivido.
Cuando faltan el amor y el sentido del valor personal, lo único que queda es una existencia parcial.
Y así solo podremos lograr una fracción de lo que pudimos haber logrado y sido.
Aprendamos del dolor.
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